Terapeuta Transpersonal .Consultora en Decodificacion Bioemocional Y Reorixins.

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Psicoterapeuta Transpersonal .Diploma de Honor en el 1º Congreso deAmericano de Psicoterapia Junguiana. Directora de curso de la Escuela Argentina de Psicologia Humanista de la Rep. Arg. Decodificacion Bio- Arquetipal/Terapia de Regresiones.Certificada por el COLEGIO DE PROFESIONALES EN PSICOLOGIA TRANSPERSONAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA. y Psique, Sociedad Gestaltica Latinoamericana SAS

lunes, 15 de diciembre de 2014

EL SINDROME DEL YACENTE. UN SUTIL HIJO DE REMPLAZO. Dr. Salomon Sellam


La naturaleza tiene previsto que las personas nazcan, se desarrollen y lleguen hasta el momento en que pueden transmitir la vida y así, la humanidad se asegura su existencia. Los padres nos regalan la vida y los hijos la hacemos prosperar. Este sería el proceso natural que permite una transmisión tranquila. Es lo que se dice: lo esperado. La previsión es que será así de generación en generación pero no siempre puede seguir este camino porque puede verse truncado de manera que la ruptura del equilibrio está asegurada. En una familia pueden producirse pérdidas dolorosas alrededor del instante perinatal: aborto espontaneo o terapéutico (etapa fetal), mortinato (etapa final del embarazo), muerte durante el parto o al nacer, muerte súbita, muerte de niños en la infancia o en la adolescencia, e incluso en la juventud. Las causas de las desapariciones pueden ser muchas dejando en los padres y sus familias una herida muy dolorosa con un recuerdo sumamente traumático difícil de asumir que genera un estrés en el sistema familiar que queda guardado en el inconsciente personal y familiar. Todo estrés acumulado de una situación traumática busca naturalmente una salida, una evacuación mientras que, por el contrario, a nivel personal, familiar y social se intenta ocultar el dolor como si nada hubiera pasado, en un intento desesperado de olvidar lo que ha ocurrido. De esta forma es muy difícil elaborar el duelo y sobretodo reinvertir en la vida. Son dos fuerzas en lucha en el interior de la persona y de su sistema que buscan cada una imponerse mientras que una tercera fuerza aparece, la de la biología que solicita a ambos padres poder reemplazar mediante otro hijo a aquel que se ha perdido. Así es como se genera consciente e inconscientemente un hijo de sustitución que viene al mundo con la petición de tomar el lugar de un bebe o niño fallecido mientras que sus padres no han conseguido elaborar el duelo ya que el tiempo que ha pasado entre la muerte de uno y la concepción del otro no es suficiente para poder hacerlo.
Un hijo de reemplazo es un hijo que viene a ocupar un lugar vacío de dolor insoportable con la misión de calmar el drama y estrés de la familia. Una de las consecuencias es que los padres ven en el hijo vivo al hijo que ha muerto como si fuera una reedición de lo que no pudo llegar a ser. Así es como suelen ponerle el mismo nombre del niño muerto como si sólo hubiera existido un paréntesis temporal y actualmente todo siguiera igual. Hay árboles donde se observan 3-4 bebés o niños muertos y al siguiente niño le vuelven a poner el mismo nombre.
Casos conocidos son el de Salvador Dalí que nació el 11 de mayo de 1904, 9 meses y 10 días después de  la muerte de su hermano mayor llamado Salvador Galo Anselmo que murió con menos de dos años. Salvador decía que esa muerte le había marcado mucho ya que llegó a creer que era una copia de su hermano muerto. Dalí dijo de su hermano:
..nos parecíamos como dos gotas de agua, pero dábamos reflejos diferentes… Mi hermano era probablemente una primera visión de mí mismo, pero según una concepción demasiado absoluta.
Probablemente la realización y expresión artística le permitieron evacuar el estrés de transportar una memoria tan intensa.
El mismo caso vivió Vincent Van Gogh quien recibió el nombre de su hermano, muerto exactamente un año antes de su nacimiento.
Otras veces ocurre que se ponen nombres de familiares desaparecidos como el caso de dos mujeres que llevan el nombre que les puso su padre en honor a las dos hermanas muertas de forma violenta durante la guerra civil y cuyos cuerpos no han podido ser localizados. Ambas mujeres llevan una existencia dolorosa, viven juntas y nunca han tenido pareja y acumulan un listado importante de enfermedades.
Las consecuencias para el hijo de reemplazo pueden ser varias como tener la sensación de no ocupar un lugar correcto en la familia, tener dificultades para realizarse en la vida, no sentirse reconocido ni escuchado o mirado por quien es, actitud de inmovilidad en diferentes aspectos en la vida (tener el agua al cuello y no reaccionar,…), dificultad para vivir el placer de estar en la vida y culpabilidad cuando se disfruta, cargar con una existencia dolorosa y con la obligación de hacer felices a sus padres y sacarles de la tristeza, etc. Por lo tanto, se sacrifica a alguien en su vida y la persona vive una existencia que no le pertenece. En resumen, una tarea muy dura y ardua para un ser humano.
¿Cómo se puede evitar transmitir esta figura? Principalmente elaborando el duelo cuando toca, acabando todas las tareas emprendidas con una vida antes de embarcarse en la búsqueda de otro hijo, comprender lo ocurrido y encontrar un sentido a lo vivido, poder hablar del niño que ha muerto e incluso tener algún objeto que le perteneciera y dar el espacio cuando todo el dolor se haya limpiado a un nuevo ser que pueda llevar su propia identidad (su nombre, su lugar en la familia). Respetar el lugar de cada persona y dar la bienvenida a la vida a cada uno posibilitará una existencia sana a todos.

En El Síndrome del Yacente, el Dr. Salomon Sellam describe un proceso inconsciente de reparación transgeneracional en el momento de una defunción “no admitida” y cualificada de “injustificada/injustificable” como la muerte prematura de un niño.

Para el clan, tranquilizado, el relevo está asegurado…

En El Síndrome del Yacente, el Dr. Salomon Sellam describe un proceso inconsciente de reparación transgeneracional en el momento de una defunción “no admitida” y cualificada de “injustificada/injustificable” como la muerte prematura de un niño.


Este duelo, imposible de hacer en el momento del drama, va a ser el principio de un sufrimiento moral familiar que podrá ser gestionado, metabolizado a través de la programación inconsciente de un niño de sustitución. En la práctica supone la concepción de otro hijo a más o menos largo plazo. Este nuevo hijo, inconscientemente encargado de representar y de hacer vivir al difunto, presentará totalmente una serie de síntomas –comportamientos orgánicos o psíquicos- en relación con esta imposibilidad de vivir su propia vida y reagrupados en el síndrome del Yacente cuyo discurso se presenta a menudo con esta frase-clave: “no tengo la impresión de vivir mi vida“.

El Síndrome del Yacente aglutina pues un conjunto de signos clínicos, psicológicos y comportamientos que presenta una persona directamente atada a una o varias defunciones “escandalosas”. El doctor Sellam insiste particularmente en el diagnóstico del Síndrome del Yacente y en las diferentes terapéuticas puestas a nuestra disposición con el fin de disminuir sus efectos hoy.

Doctor en medicina y divulgador científico francés de origen argelino, Salomon Sellam es especialista en Medicina Psicosomática, campo al que ha dedicado varios libros de ensayo.


“La enfermedad es una situación de la vida cotidiana en la que un acontecimiento brusco, inesperado, que nos toma por sorpresa, nos desestabiliza totalmente.” (Salomon Sellam)


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